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lunes, 14 de noviembre de 2016

Homofobia, matrimonio igualitario y adopción

(Original del 14 de septiembre de 2016)



Imagen tomada de internet

Hay quienes denuncian que no son homofóbicos porque no es cierto que tengan temor u odio incontrolable hacia los homosexuales, sino que únicamente tienen una opinión contraria a la homosexualidad y reclaman que deben ser respetados y que tienen el derecho de exigir una educación con arreglo a esa ideología que defienden. La palabra homofobia no se debe entender en sentido literal. Si bien "fobia" etimológicamente significa "miedo" o "temor", homofobia no necesariamente implica que se padezca un miedo incontrolable. Sí significa sin embargo que hay una actitud de rechazo e intolerancia injustificada, irracional hacia la parcialidad homosexual de la sociedad. El uso de este vocablo se da desde un entorno cultural racional y científico, que las comunidades religiosas y conservadoras suelen menospreciar en defensa de sus creencias y valores sobrenaturales, -aunque algunos tienden a buscar razones naturales para su defensa- por lo cual se entiende que la aceptación del vocablo no sea unánime en la sociedad. Los religiosos-conservadores suelen considerar que sí tienen razones suficientes para su rechazo, así que en todo caso de lo que se trata es de mostrar mediante argumentos racionales y científicos que la actitud de rechazo e intolerancia es efectivamente irracional e injustificada, o bien, que es completamente racional y correcto ese rechazo. No podremos argumentar nada válido contra las creencias particulares de cada quién si son de orden sobrenatural, pero lo que nos ocupa es el orden terrenal del Estado en el que todos somos ciudadanos por igual. 


En algunas discusiones sobre el tema me he encontrado con una exigencia de pruebas que sustenten mi punto de vista y mis afirmaciones en defensa de la igualdad de derechos entre heterosexuales, homosexuales y géneros diversos, entre los que se encuentran la libertad de casarse, de besarse en público, de adoptar, de cuidar y educar niños, cosas que han sido motivo de recientes manifestaciones y marchas masivas por parte de la parcialidad religiosa-conservadora en contra de su legalización y a favor de la "familia", entendida únicamente en la forma que proclama el discurso hegemónico, la cual se compone por un padre y una madre naturales e hijos. He afirmado en dichas discusiones y trataré de justificarlo aquí, que no soy yo quien requiere presentar pruebas, sino justamente los que acusan a la parcialidad homosexual de perversa, aberrante e incapaz de brindar una buena educación a los niños, son quienes deben presentar las pruebas. 



Pero no solo eso, sino que su opinión no puede estar protegida bajo el derecho a la libertad de expresión, justamente porque es contradictoria con la libertad de expresión, es contraria a ella, porque es una opinión de censura, de prohibición, de persecución a los que opinan diferente o son diferentes. Pretender que no se imparta educación sexual que fomente la aceptación y tolerancia a quienes tienen inclinaciones diversas y que reconozca como natural algo que ha existido por siempre, incluso en diferentes especies animales, y que hasta la fecha no se ha podido demostrar que pueda cambiarse como si fuera una enfermedad, pero más aún, cuando los presuntos enfermos no se consideran enfermos, es propiciar un clima social de odio y linchamiento contra la parcialidad homosexual en donde prevalecen los insultos, las burlas, las agresiones, la tortura, los asesinatos, por el solo hecho de su preferencia sexual. 



Los padres creyentes-conservadores tienen derecho a dar a sus hijos una educación con arreglo a sus valores, pero en su ámbito privado, la educación pública debe ser laica e inclusiva, puesto que se imparte desde el Estado, que incluye a todos los connacionales, en donde coexisten y conviven grupos de diversos credos, y ninguno debe prevalecer sobre los otros. No se pueden imponer en la educación pública valores subjetivos y excluyentes de un grupo moral y/o religioso particular. Ello ni aun cuando los que rechazan la educación sexual y la igualdad en temas como el matrimonio y la adopción sean mayoría. Los valores laicos e incluyentes deben prevalecer en el ámbito público. 


El Estado se ocupa de la justicia y la justicia no es un tema de democracia, sino de razón, por cuanto que debe sobreponerse a los diversos credos y subjetividades. Una democracia sana delega en sabios y especialistas bien instruidos y adiestrados en el ejercicio de la razón y la imparcialidad la impartición de la justicia, reconociendo las limitaciones del pueblo en esos temas. Si bien, en última instancia el pueblo tiene la facultad de legislar y decidir por sí mismo, se debe reconocer que no es lo adecuado. Un pueblo legislando e impartiendo justicia puede tornarse completamente perverso, máxime cuando por su tamaño tiende a volverse anónimo. 

Hay quienes sostienen en la defensa de la familia "natural" -que en realidad es un ataque a las familias "diversas", porque bien pueden coexistir todas, como de hecho lo han hecho siempre- que la Constitución mexicana establece que el Estado deberá proteger a la familia, y si bien esto es cierto, de ninguna manera ello significa que la familia deba corresponderse con ese modelo "natural" compuesto por padre, madre e hijos. Hay que comprender cuál es la razón que sostiene la necesidad de proteger a la familia. 

Nuestra Constitución es una constitución de corte liberal, todo occidente es de corte liberal, por cuánto que defiende las libertades y garantías individuales. No se entiende que el Estado, la comunidad o la sociedad puedan justificadamente imponerse sobre los derechos individuales, sino es únicamente bajo el deber de respetar los derechos de los otros y garantizar la supervivencia de la Nación y la especie. Y esto es un principio racional que no precisa más pruebas más que el uso correcto del razonamiento, pero como prueba adicional está el artículo primero de la Constitución y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que son de dominio público, pero que si son reconocidos y aceptados es justamente porque se ciñen a ese principio racional. Nuestras sociedades están conformadas bajo esa idea, y la democracia moderna no es más que la materialización política de ese ideal en donde todas las voces cuentan por igual, por nuestra dignidad humana. Pues bien, la familia es la base desde la cual se forman los individuos y se garantiza la supervivencia y el bienestar de la sociedad. Afirmo en este momento que esa es la razón, la única auténtica razón que podemos enunciar para proteger a la familia con las armas del Estado. Pero si esto es así, se puede ver analíticamente, sin requerir más pruebas que el mero análisis de las implicaciones lógicas, que la familia es un medio antes que un fin en sí mismo. Es decir, un medio entre medios. Y más particular aún, en principio la familia "natural" es solo una de las formas posibles que puede ser medio para dicho fin. ¿Qué podemos deducir de esto? Que si existen otros modelos de familia, o incluso otros medios distintos de la familia, para producir individuos buenos y felices, y proveer a la sociedad y a la especie de individuos capaces de contribuir a la supervivencia de la sociedad, de la especie y del mundo, la familia "natural" no es absoluta. El Estado debe abrir el abanico de posibilidades. Pero no solo porque es posible, sino porque las diversas formas de la familia existen de hecho, y no hay razón que justifique su exclusión. No se puede negar un derecho a quién no se haya demostrado que es dañino para los derechos de otros. Afirmar que los homosexuales son dañinos para la niñez solo por su homosexualidad es una apreciación valorativa subjetiva de orden religioso que no puede sostenerse como base de la prohibición. 

Quienes afirman que las parejas homosexuales son nocivas para los niños como padres, por el solo hecho de su homosexualidad, implican necesariamente que eso aplica para todas las parejas homosexuales. Afirmo que deben presentar pruebas de su acusación, puesto que el que acusa debe probar, y es que suelen declarar esto a partir de casos infelices, pero sin tener una estadística real de cuántos casos infelices y cuántos felices hay. Sin embargo, dado que su afirmación por consecuencia lógica aplica para todos, basta un solo caso de una familia feliz compuesta por homosexuales e hijos adoptivos, para demostrar la falsedad de su afirmación. 

Pero a mí me piden pruebas de mis declaraciones a favor de la libertad y de la posibilidad de que parejas homosexuales puedan ser buenos padres. Bueno, les diré una cosa, no necesito presentar pruebas mientras pueda demostrar la incongruencia de sus afirmaciones, puesto que mi papel no es el de acusador, sino de cuestionador de los acusadores. Veamos por qué no preciso presentar esas pruebas. En primer lugar mis afirmaciones no son una generalización. Cuando ellos dicen "todos los homosexuales son nocivos, prohíbanles adoptar" yo digo "algunos homosexuales pueden ser buenos padres, no les prohíban adoptar". Mi afirmación no es falsable, no se puede demostrar su falsedad ni aun cuando todos los casos existidos y existentes fueran infelices, aún cuando no conozcamos un caso feliz es probable que el siguiente lo sea. Desde esta perspectiva, basta con realizarle a cada pareja homosexual que quiera adoptar un examen como el que se hace a las parejas heterosexuales que quieren adoptar, para determinar si son aptos para cuidar y formar a un individuo feliz que pueda ser buen ciudadano. Sin embargo, si bien mi afirmación no es falsable, no por ello es inútil, se hace pertinente en el contexto de prohibición del que partimos, para impedir la aplicación de medidas impulsadas desde criterios irracionales. 

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