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sábado, 24 de junio de 2017

Heterosexualidad, propaganda gay y razón de Estado

Por Erik Quintanar / @ErikQuintanar

Hay quienes afirman que la preferencia sexual es genética, que se trae de nacimiento, que no se elige; hay quienes igual afirman que no se elige, pero que no se trae de nacimiento, sino que se forma conforme al desarrollo psicosocial y cultural del individuo, en donde puede influir la educación, aunque esta no necesariamente es determinante; y hay quienes afirman que sí se trata de una elección personal, que sí se elige ser heterosexual, o gay, o lesbiana, o bisexual o transexual, aunque haya rasgos "naturales" y sucesos en la historia del individuo que influyan en su elección. Pero el tema aún no es claro, no parece haber conclusiones definitivas al respecto de la genealogía de las preferencias sexuales y la identidad de género. 

Considero al respecto que dada esa dificultad del tema, sigue abierta la posibilidad de que la sociedad influya de alguno u otro modo en la configuración psicosexual de los individuos, y si esto es así, si la sociedad tiene esa capacidad de incidir en la formación de las preferencias sexuales, es preferible que lo haga en favor de la heterosexualidad. Esto no se trataría de censurar las preferencias sexuales sino de cuidar la natalidad y la renovación de las generaciones, ya que la procreación no se da entre parejas del mismo sexo, y tampoco es lo idóneo promover la procreación de nuevos seres humanos para que sean adoptados por personas que no pueden tener hijos, sino que se ha de promover que haya procreación de nuevos seres humanos para que sean criados por sus padres biológicos, ambos. Y solo en la medida en que esto no se logre, habría niños necesitados y disponibles para ser adoptados por parejas que no pueden tener hijos, heterosexuales o no, cuidando en todo momento el interés superior del menor. 

Es claro que esto es un un tema delicado que se puede prestar al manejo faccioso y discriminatorio, pero me parece válido como razón de Estado limitar la "propaganda" gay para que no vaya dirigida a los menores de edad, pero de la misma forma en que no hemos de promover tampoco la sexualización y erotización heterosexual de los menores. Aquí será importante esclarecer la distinción entre propaganda y libertad de expresión. Ello no significa, pues, promover un modelo único de familia ni un solo tipo de preferencia sexual, ni prohibir los alternativos, puesto que en efecto, el Estado debe también promover en todo momento la aceptación de la diversidad, la tolerancia y la no discriminación, ya que todos los individuos tienen la misma calidad y los mismos derechos ante la Ley. Pero las preferencias alternativas y los modelos de familia alternativos, se deben seguir manejando como eso, como alternativos, y no promover la igualdad (entendida esta como equivalencia) como norma. La heterosexualidad es, hasta hoy, aún, el pilar que garantiza la renovación de la humanidad y las sociedades.




(Las opiniones expresadas no representan necesariamente la opinión de FILYA y son responsabilidad única de los autores)

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