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sábado, 6 de enero de 2018

¿Temporada de engorda en el maratón Guadalupe-Reyes?


Gina Quintero, es Directora de 
proyectos nacionales en el 
Ateneo Nacional de la Juventud A.C. 
y ha publicado en diversos medios
nacionales e internacionales.
  
Somos lo que comemos

Ludwig Feuerbach


Dentro de la cultura popular mexicana contemporánea reza: "el aumento de peso es inminente iniciando los festejos decembrinos el 12 de diciembre dedicado a la virgen morena". Se debe despedir la "época de paz" comiendo rosca de reyes el 6 de enero.

El mexicano come ya muy mal, el responsable: el TLCAN. Hace 30 años sólo 7% de los mexicanos eran obesos, contando que no había la gran población de hoy en día. Basta ver las fotos familiares de hace 30 años o más para ver que no eran la norma los gorditos. Lo fatídico de hoy: aproximadamente 1 de cada 5 o más mexicanos tienen problemas con su peso. El futuro de la niñez con kilos de más es abrumador. El sistema de salud no se da abasto con atender enfermedades relacionadas con la obesidad.


En lo único que México es de primer mundo: la alimentación tan procesada y chatarra existente, al parejo con Estados Unidos de América. Las escuelas venden comida de escaso valor nutricional, el refresco se toma en sustitución del agua todos los días, y sale más barato comer algo rico, con alto contenido calórico, con muchas grasas y azúcares refinados. Aunado a la escasa movilidad de la población. No hay una cultura de practicar deporte y sí de estar muchas horas frente al televisor o en pleno sedentarismo.

Menos mal sería que el mexicano engordara sólo en el maratón Guadalupe-Reyes y no todo el tiempo. Sin gracia e irreal culpar de todo el aumento de peso a las fechas festivas, es quitar la responsabilidad al Estado, el dador de permisos a las transnacionales, y al sujeto, el que debería ver por su autocuidado y salud. No les conviene el cambio de hábitos del mexicano a las grandes empresas de comida chatarra y refrescos.

Hasta los grupos indígenas están aferrados a tomar refresco o no les sabe el día, pese a tener carencias enormes en sus comunidades. La alimentación es un negocio muy lucrativo, producir toneladas de comida sin valor nutritivo, no para el beneficio de la población, sino para volverla adicta, enfermarla. Todo sea por ganar dinero, sin importar poner a los productos saborizantes artificiales, colorantes, aceites dañinos como el de la palma, de producción muy barata, que eleva los niveles de colesterol y es causante de que se pierdan cientos de hectáreas de bosques y selvas al año.

Regresar al disfrute de las cosas, con lentitud, sin prisas, puede ayudar a generar buenos hábitos alimenticios. Se debe contraponer el comer despacio, privilegiando el consumo local lleno de ingredientes nutritivos (slow food), contra el comer rápido, chatarra (fast food) y transnacional. Es obligatorio hacer una pausa y ver qué estamos haciendo en contra del planeta y de nosotros mismos.


Twitter: @gina88821706



(Las opiniones expresadas no representan necesariamente la opinión de FILYA y son responsabilidad única de los autores)

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