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sábado, 10 de mayo de 2014

DEL HISTÓRICO #CONGRESOPOPULAR AL 18 DE MARZO

(Publicado originalmente el 27 de febrero en Revolución 3.0)


Que la memoria no sea tan corta. En momentos como éste, de actos altamente mediáticos como la visita de grandes mandatarios mundiales a una “inviolable” Toluca y la captura de grandes capos del narcotráfico como el Chapo Guzmán, los temas de verdadero interés ciudadano suelen esconderse un poco bajo el tapete, los únicos con los que el ciudadano puede albergar verdaderas esperanzas de mejora en la vida pública, más allá de la parafernalia y los flashes sobre estos grandes actos cupulares.

El pasado 5 de febrero en este México de siglo XXI, en plena revolución digital, de la democratización de las comunicaciones y la virtualización de la vida, de la globalización, se llevó a cabo a pie el Congreso Popular en la explanada del Monumento a la Revolución de la Ciudad de México con el propósito de revocar las reformas neoliberales que ha emprendido el gobierno peñista, particularmente la (contra)Reforma Energética promulgada el 20 de diciembre de 2013 que privatiza de facto el petróleo, los hidrocarburos y la energía eléctrica, e iniciar una serie de acciones de resistencia civil para lograr el cumplimiento de este decreto revocatorio popular: la principal de ellas, una serie de marchas y manifestaciones públicas el próximo 18 de marzo, en el aniversario de la expropiación petrolera. Y esto se ha hecho así porque las reformas emprendidas van en contrasentido del espíritu social y democrático de la Carta Magna mexicana, una Constitución Política histórica por ser la primera Constitución Política social del mundo, pero sobre todo porque tales reformas se han hecho desobedeciendo el mandato popular. La clase política ha decidido correr el riesgo político de brincarse la soberanía ciudadana y la ciudadanía no está dispuesta tolerarlo. Y además lo ha hecho de un modo inconstitucional, al aprobarse las reformas sin discusión ni paso por comisiones en el Congreso.

Acostumbrado el pueblo mexicano al autoritarismo –politeocrático y teocrático antes, laico después-, a que las decisiones de interés colectivo, públicas, políticas, sean tomadas heterónomamente, por Cuauhtlahtos y Tlahtoanis entre los mexicas, Batabs y Halach Uiniks entre los mayas, Reyes y Virreyes durante la Nueva España, Emperadores, Dictadores y Presidentes, en el México independiente y moderno, y una oligarquía partidocrática, empresarial y telecrática en el México contemporáneo que manipula el cuerpo legal de la Carta Magna mediante un ente supralegal conformado por un grupo de legisladores de varios partidos políticos, tanto de derecha como de “izquierda”, llamado “Pacto por México”, el que se arroga atribuciones que no le ha otorgado el pueblo para marcar la agenda nacional, y dirigidos por un Presidente impuesto por la televisión, obedeciendo finalmente todos a un grupo de intereses transnacionales y personales, de castas político-económicas, en donde el bien común o el bien de la comunidad a la que se gobierna pasa de ser una aspiración legítima a mera retórica legitimadora de sus prácticas políticas; acostumbrado a todo ello, es encomiable la aparición de un órgano ciudadano para apropiarse la soberanía. O mejor dicho, para ejercer su soberanía.

Y es que a pesar de ello, el pueblo mexicano está acostumbrado también a la vida y la lucha democrática, con una ancestral tradición a nivel de las comunidades de tomar decisiones mediante asambleas, y a constantes luchas y rebeliones contra las injusticias, imposiciones y autoritarismos de los gobernantes. En la era contemporánea, la ciudadanía viene ya con la inercia de una larga tradición de organización y lucha para establecer derechos e instituciones que respondan a sus intereses. Así, en este marco de la historia política nacional, este Congreso Popular viene a ser una práctica más refinada y mejor articulada, como quizá no se había logrado en el pasado, en el camino de la emancipación del pueblo contra las imposturas de poder. La nación mexicana madura cada vez más, y este tipo de ejercicios que han de convertirse en organización de base son de gran relevancia histórica.

Tuve la oportunidad de ser testigo y partícipe de este evento tanto desde los escaños populares como desde la tribuna, así que mi experiencia es de gran valor. Fui elegido por insaculación para ser orador en la tribuna y el segundo en orden de entre los congresistas populares en hablar (leer discurso en este link: Exposición de motivos para participar en el #CongresoPopular) Pude presenciar la organización de las mesas de trabajo que se realizaron a la vista de todos, presenciar la asistencia entusiasta y fresca de los congresistas independientes, el ímpetu unánime con que se oponían a las reformas peñistas y a la política neoliberal que venimos padeciendo desde Miguel de la Madrid y al modo antidemocrático e ilegítimo con que las han hecho; e incluso fui testigo del brote de algunas inconformidades, que si el Congreso es verdaderamente ciudadano habrán de resolverse. Así que puedo testificar que la tendencia izquierdista de este congreso es tal solo por su interés ciudadano y que su conformación ha sido auténticamente ciudadana, no obstante que haya un comité organizador con personajes identificados en el escenario de la política nacional.

Incluso pude realizar la propuesta ante el pleno de crear una “Coordinadora Ciudadana Nacional de Iniciativas de Ley y Consultas” (leer propuesta en este link: Propuesta presentada al #CongresoPopular), que desafortunadamente no entró en la orden del día, pero que tuvo muy buena respuesta y opiniones entre los congresistas y organizadores. Es en ese sentido que me parece debe girar el curso de este Congreso Popular.

No deja de ser simbólico que el Monumento a la Revolución que originalmente fue planeado como un opulento recinto legislativo para la clase política privilegiada del porfiriato (tal como la de hoy en día), aunque su construcción quedó inconclusa, cumpla hoy la función para la que fue concebido, pero en un sentido purificado, en donde el pueblo se apropia la labor de legislar, aunque sea de modo simbólico pero con objetivos contundentemente prácticos, frente a un grupo de representantes espurios, en donde, contrario a su plan original, el recinto es austero dada su inconclusión, por lo que se sesiona al aire libre, y trascendente dada la apropiación que de él hace el pueblo. Se enseñorea el Monumento en el horizonte celeste ante la envergadura de los hechos, máxime porque a los pies de los congresistas reposan los restos mortales de los héroes revolucionarios que dieron vida a esa Constitución Política.

La convocatoria del Congreso Popular ha sido un rotundo éxito, más de 2,500 congresistas populares procedentes de todo el país respondieron a una convocatoria que fue abierta a todo el público interesado y realizada únicamente a través de las redes sociales, sin la cobertura de los grandes medios, organizado por un grupo de casi un centenar de ciudadanos respetables y prestigiados personajes públicos de la izquierda nacional como escritores, artistas, productores, filósofos,  periodistas, luchadores sociales, entre otros. El Congreso Popular ha sido un ejercicio completamente ciudadano, independiente de partidos políticos, grupos gubernamentales o empresariales, pese a la incredulidad de los intelectuales del establishment.

Sin embargo, este Congreso Popular debe aspirar a ser más que un movimiento coyuntural que solo responda a ciertos momentos de tensión política, y lanzarse de lleno a la conquista de una auténtica organización ciudadana permanente que articule las iniciativas e intereses auténticos del pueblo para llevarlos al Congreso y a la Agenda Nacional.

Por todo lo cual, considero que si en el corto o mediano plazo este Congreso Popular manifiesta una forma democrática y transparente en el nombramiento de los que participen en el Comité Organizador y sus reglas de constitución y renovación son todo lo democráticas posible, y la elaboración de la orden del día para las sesiones plenarias se hace en diálogo abierto y público con los ciudadanos, este Congreso Popular puede constituir la conformación de una auténtica Red Ciudadana para el ejercicio directo de la política.

El pueblo debe dejar de creer en esa falacia de la democracia representativa y caminar hacia la autodeterminación.


                      Amar es encontrarle sentido a la vida en lo amado. He así como el filósofo ama la sabiduría, y ésta, como todo lo amado, es escurridiza.

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